lunes, 14 de octubre de 2013

OPINIÓN CRÍTICA SOBRE UNA DECLARACIÓN




El comunicado de la Pastoral Carcelaria Argentina –que reproducimos a continuación-, nos resulta preocupante por su contenido, precisamente por reflejar la posición simplista y superficial que dicho texto adjudica a las propuestas actuales en torno al tema de la inseguridad.

La Iglesia ha señalado la importancia de “la actividad que los capellanes de las cárceles están llamados a desempeñar, no sólo desde el punto de visto específicamente religioso, sino también en defensa de la dignidad de las personas detenidas”[1]. Pero la declaración que comentamos, parece más un análisis sociológico, teñido de ideología garantista, que un enfoque basado en la doctrina católica. En efecto, como enseña el Catecismo, la autoridad pública tiene el derecho y el deber de aplicar penas a quien comete un delito, con la finalidad de reparar el desorden introducido por la culpa[2]. Consideramos que el punto 8 del comunicado, especialmente su última frase, contradice la doctrina.

La pena se funda en el libre albedrío humano, que permite a las personas conducirse rectamente, así como apartarse voluntariamente del bien.  “La pena jurídica es una relación que se establece entre el reo que la recibe y la autoridad pública que la aplica. De manera que se requiere merecimiento en aquél, y potestad para infligirla, en esta última. Es necesario admitir que la autoridad política tiene ese derecho de punir, porque en caso contrario sería ilusorio el orden jurídico que ella establece”[3].

En última instancia, todo delito constituye un pecado: “una falta contra la razón, la verdad, la conciencia recta; es faltar al amor verdadero para con Dios y para con el prójimo, a causa de un apego perverso a ciertos bienes” (Catecismo, 1849). Por consiguiente, equiparar a la persona honesta con quien delique, al margen de los condicionamientos sociales que lo hayan afectado, configura una grave injusticia que no ayuda a resolver el problema de la inseguridad, ni a mejorar la situación de los privados de libertad.

Córdoba, 14-10-13

---------------------------------


¡ACUÉRDENSE DE LOS PRESOS!


“Acuérdense de los presos, como si también ustedes estuvieran presos con ellos. Piensen en los que han sido maltratados, ya que ustedes también pueden pasar por lo mismo.”
Hebreos 13:3.

Comunicado de la Pastoral Carcelaria Argentina, reunido el Equipo Nacional y Secretariado en Rosario 28 y 29 de Setiembre de 2013

Ante la situación coyuntural que ha surgido en torno al tema de la inseguridad, y de las distintas propuestas que vienen surgiendo desde distintos ámbitos de la sociedad toda, como miembros de la Pastoral Carcelaria, que camina en el mundo de la Carcelación, queremos compartir este mensaje al Pueblo de Dios que peregrina en Argentina, a las áreas pastorales, implicadas en los distintos ámbitos de la sociedad, como portadores de buena noticia, desde los valores del Evangelio, de la justicia y la verdad:

1º. Creemos que es una posición simplista y superficial tratar el tema de la inseguridad, desde las consecuencias de la violencia y el delito, poniendo la mirada al final de los hechos.

2º.  No se puede poner la mirada al final del camino, en la Cárcel, las condenas, bajar la imputabilidad, elevar las penas, perseguir a los adictos. Es necesario ir a las causas, a lo que origina toda la situación de inseguridad y violencia.

3º. La realidad de la droga, el narcotráfico, está tocando todos los estamentos de la sociedad, desde el poder político, las estructuras del Estado, la Justicia, los ámbitos de la educación, la vida de los barrios, la familia, la juventud, el trabajo.

4º. Creemos que todas las áreas pastorales de la Iglesia, debemos  implicarnos en estos temas actuales, para procurar responder y acompañar los gozos y sufrimientos de nuestro pueblo.

5º. Creemos que el sistema penitenciario, es superado permanentemente ya que no ayudan a las personas a encontrar sentido a su vida, por faltas de políticas penitenciarias claras, estables e interdisciplinar, al servicio del privado de libertad. Por esto, su estructura queda obsoleta, no se encuentra personal, ni se contrata personal para un bien común, y este ámbito que debería ser un bien publico, termina manejado políticamente, salpicado por el poder, intereses egoístas, corrupción, creyendo que una reforma del código penal puede sanar la situación.

6º. La reforma del Código Penal, transformación de las leyes, no puede estar sujeto a situaciones coyunturales, inseguridad, intereses políticos y manipulación de los medios de comunicación y beneficios económicos de algunos. Y con estas reformas legislativas, se debe buscar alternativas a la Cárcel, que sanen, que incluyan, integren y comprometan a toda la sociedad.

7º. Todo sujeto, ciudadano argentino, necesita sentirse amparado por las leyes. No se puede crear leyes para dar seguridad a una parte de la población, creando inseguridad en el resto. Los códigos de falta y convivencia, han dado seguridad a una parte, en detrimento del resto de la sociedad. Hay en estos códigos actitudes discriminatorias, porque en la mayoría de los lugares, en aras de la seguridad, se abusa de la autoridad cedida a la policía y organismos de seguridad. Priorizando los antecedentes, portación de rostro, expedientes armados, embarrar la cancha,  protegiendo a unos para incriminar a otros, entre ellos, a los más vulnerables.

8º. Mi seguridad no puede violar la seguridad y libertad del otro. Todos somos parte de esta sociedad y estamos implicados en la búsqueda del bien común.  Cuando alguien termina en la Cárcel, es porque en su vida, alguna institución, o la sociedad, han fallado en ese acompañamiento (Iglesia Católica, familia, educación, salud, trabajo, vivienda). No nos hicimos cargo del otro. No reconocí al otro como mi hermano. Al otro lo encerré para que no me haga daño o para que no toque lo que es mío, lo mío es más importante que el otro.

9º. Es nuestro deber, estar cerca de todos, desde este mundo de la Carcelación, y desde abajo, desde los carcelados, solo queremos iluminar y compartir el dolor de todos los que sufren la inseguridad, la violencia, el delito, la injusticia y el abandono, lo descubrimos como nuestro sufrimiento. Sin ser imparciales, desde el Dios de la Vida, buscando la verdad, el camino de la justicia, creemos que es responsabilidad de toda la Iglesia hacernos presentes desde  todos los ámbitos pastorales, en medio de la realidad de sufrimientos y dolor, implicarnos, saliendo a las periferias de la sociedad donde nos movemos y a la que debemos servir, como Iglesia, Pueblo de Dios, desde nuestros ámbitos pastorales.

Pidiéndole a Jesús carcelado interceda ante el Padre Dios para que vivificados por su Espíritu seamos servidores y constructores de su reino.
Por el equipo nacional y el secretariado.
Pbro. Javier E. Ladrón de Guevara
Secretario Ejecutivo de la
Comisión Episcopal de la
Pastoral Carcelaria
Católica Argentina

LosPrincipios.org, 13-10-13





[1] Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, p. 403.
[2] Catecismo de la Iglesia Católica: 2266. “La preservación del bien común de la sociedad exige colocar al agresor en estado de no poder causar perjuicio. A la exigencia de tutela del bien común corresponde el esfuerzo del Estado para contener la difusión de comportamientos lesivos de los derechos humanos y de las normas fundamentales de la convivencia civil”. “La pena finalmente, además de la defensa del orden público y la seguridad de las personas, tiene una finalidad medicinal; en la medida de lo posible, debe contribuir a la enmienda del culpable (Cf. Lc 23, 40-43)”.
[3] Tale, Camilo. “Compendio de Derecho Natural”; Córdoba, 1991, p. 282.